miércoles, 31 de mayo de 2017

atemporal (fragmento)

Hoy estoy triste. Eso lo escribí ayer. Las noches de calor me ponen triste: me hacen acordar que el tiempo pasa. Aunque en realidad no pasa, sólo nos acercamos a la putrefacción. El cese de la conciencia, la vuelta a la tierra. También me recuerdan al tiempo perdido. En nuestra cabeza son segundos que vuelan en vano. Para el mundo no es nada, continúa con su funcionamiento, impávido ante el individuo, quizás porque es una concepción errónea, una idea demasiado humana, en palabras de Nietzche. Lo impreciso asusta. A mí al menos, porque pienso tener todo bajo control, más allá que cuando me levanto cada día –también ayer- me digo: no podés saber qué va a pasar. Es por eso que siento hielos corriendo de arriba abajo por mi espalda cada vez que el bondi dobla por una calle que no acostumbra. La gente putea, pero no sé si es por miedo. Se debe al tiempo, quieren dominarlo. Miran sus relojes o sus celulares cuando dobla el bondi. Ahí el tiempo está enfrascado aunque no lo esté de veras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario