En mis cuartos vacíos crece el musgo mientras los astros llueven, pálidos
como polvo de insomnio, cubriendo los muebles y pululando sordamente
Bajos claustros de hierba
donde tu cuerpo apenas sería el peso de la lluvia
Solo yo, lento río de cenagosas aguas
no podré ver mis cauces abrirse al límite profundo,
ni gozaré del sueño tejido bajo el césped
que verdece en el olvido, bajo tus ojos puros.
Leopoldo Chariarse.
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