Hay una angustia ácida y turbia, tan potente como un cuchillo, y donde el descuartizamiento tiene el peso de la tierra, una angustia en relámpagos, en puntuación de abismos, apretados y prensados, como chinches, como una suerte de piojos duros cuyos movimientos están coagulados, una angustia donde el espíritu se estrangula, y se corta a sí mismo -se mata.
Antonin Artaud, El pesa-nervios.
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