Llovió sarpado. Fuimos bebés. Me levanté con la cabeza limpia y la panza estable. Fue bueno para dormir y para coger después. Aunque no cogimos cogimos, nos tocamos hasta acabar cómo acostumbramos. Qué manera de gozar, quedar con los genitales todo sobados. Me tomé un capuccino y me tomaría otro si no fuera porque después no puedo dormir. Lo mejor de todo ese ranche y ese goce es la tranquilidad del cuerpo.
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