Comienza el mes y las facturas pasan de nuevo por debajo de la puerta. Constancia admirable y necesaria, pocxs la tienen. Ellas llegan, sin embargo, cómo por arte de magia. Nunca se ve bien quien las deja. Allí están, retozando en el suelo, asomando la carita y saludando con números y fechas de vencimiento. Hay que guardarlas por mucho tiempo. Es un papel especial.
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