Repetía una vida tan carente de sensación. Ni siquiera me preguntaba por mi perdida vitalidad, mi apagada vitalidad. Solo era sangre maquinalmente corriendo por mis venas. La vergüenza y el miedo de que me vean, ceño fruncido, mirada triste y ojos secos de no poder llorar aunque cada noche desease aullar cómo un lobo a la luna y luego caer por un acantilado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario